Kioto: Templos del Este

Si vienes a Kioto, tienes que estar concienciado en que vas a acabar saturado de ver templos. Por ello, es importante hacer una selección de los mejores y no intentar verlos todos. Tus pies lo agradecerán…

Como ya tenemos una edad, hoy hemos decidido hacer la visita en otro medio de transporte, la bici, y la verdad es que ha sido una gran idea. Al contrario que en la mayoría de las ciudades europeas, aquí tienes que ir por acera y por la izquierda esquivando a los peatones y otras bicis. Sin embargo, hemos cogido el paseo que sigue el río y hemos ido muy tranquilos y fresquitos.

Nuestra primera parada es el palacio Imperial. Solo podemos ir por los jardines que la verdad, se reduce a un gran bosque con anchos caminos. Por tanto, seguimos pedaleando hasta el templo de Shimogamo-Jinja, un templo más pero hemos visto dos novias cuyo traje no tiene desperdicio.

Desde este templo, vamos a otro, Ginkaku-Ji. Lo más bonito de este templo sus jardines perfectamente cuidados. Al salir, disfrutamos del Paseo de los filósofos, un agradable camino que bordea un canal con casas a sus lados. No es muy bonito pero es agradable pedalear a la sombra.

El siguiente templo, Kiyomizudera, está a media hora en bici. A diferencia de los anteriores, las calles que llevan a él están repletas de tiendas, restaurantes y mucha gente por lo que resulta más ameno llegar a él. Este es otro de los pocos templos que nos ha impresionado por su estructura sobre vigas de madera y las vistas a la ciudad.

Después de ducharnos y ponernos nuestras mejores galas (mejor no preguntéis cuáles son nuestras mejores galas cuando viajamos…), cogemos la bici, el culillo empieza a doler muchoooo, y vamos al barrio más animado de la ciudad, Pontocho.

Nos metemos en uno de los miles de restaurantes que hay una calle de dos metros de ancho y dejamos que nuestro paladar disfrute de los manjares en la terraza que da al río.

Al salir, no sabemos si ir a darlo todo a un karaoke o pasear por el barrio de Gion en busca de una geisha perdida. Optamos por la segunda opción y por supuesto, la mejor elección.

En las calles no hay mucho ambiente. De repente, Javi suelta un grito y señala un taxi…ohhhhh siiiiii, ahí la tenemos!!! Una geisha de verdad y es inconfundible; perfectamente maquillada de blanco y labios rojos, peinado impecable, vestimenta que tiene que pesar unos cuantos kilos y sandalias de madera con tacón.

Nos volvemos locos y empezamos a seguirla e intentar hacer una foto como buen paparazzi pero no es fácil así que al final, optamos por hacer un video con todo el morro y ualaaaaaaa!!! La tenemos!!!

Japon

Cuál es nuestra sorpresa que de una casa de te sale otra geisha con la madame para despedir a un cliente y justo en ese momento pasa otra en taxi!!! Hemos visto 3 geishas de las 80 que quedan y 100 aprendizas.

Japon

 

No sé si ha sido hora punta de geishas, suerte o causalidad pero ahora sí que nos podemos despedir tranquilamente de Kioto.