Machu Picchu (ruta Salkantay)

Comienza el trekking. 90 km nos separan del lugar más esperado de nuestra estancia en Perú, una de las 7 maravillas del mundo, el Machu Picchu.

Primero de todo nos presentan a nuestros compañeros de aventura en esta travesía, Cristoph y Martin, 2 alemanes viajando en solitario, Laurens/Leonie y Liese/David, unas parejas de holandeses/belgas muy simpáticas que están recorriendo Suramérica, Susannah una chica de Nueva York que vive en Cuzco y por último Mariehe, una holandesa que está haciendo más o menos nuestro mismo viaje pero al revés.

Además, durante el trekking nos ha guiado Juan Carlos y nos ha alimentado nuestro chef Bonifacio.

Día 1: 8 horas de caminata

El primer día caminamos 8 horas. Sirve de calentamiento. El grupo camina más rápido de lo normal por lo que nos tenemos que esforzarnos más de la cuenta para no quedarnos atrás.

El campamento base está situado a las faldas del monte Salcantay, que coronaremos a la mañana siguiente y del monte Umantay, a una altitud de 3900 metros por lo que hace bastante frío.

Camino de las siete culebras en el trekking Salkantay

Camino de las siete culebras en el trekking Salkantay

Día 2: 11 horas de caminata

El segundo día, nos despertamos muertos de frío pero no hay tiempo para lamentaciones ya que a las 6:30 comienza el ascenso.

Tras disfrutar de un paisaje increíble, llegamos al punto más alto, con 4600 metros de altitud y comenzamos a descender. Después de 11 horas, llegamos al segundo campamento base muy cansados.

Foto de grupo del trekking Salkantay

Foto de grupo del trekking Salkantay

Día 3 y Día 4: 7 horas caminando

El tercer y cuarto día son más tranquilos, una media de 7 horas andando, aunque al atravesar la selva nos convertimos en carnaza para los mosquitos.

El último tramo lo realizamos de Hidroeléctrica a Aguas Calientes siguiendo la vía del tren y dejando el monte Machu Picchu a la derecha. Ya estamos cerca.

Llegando a Aguas Calientes

Día 5: de aguas calientes a Machu Picchu

Y por fin ha llegado el día, nos levantamos a las 3.30 de la mañana para estar entre los primeros en la fila de la entrada a la ascensión al Machu (se tarda 1 hora en subir los escalones).

En cuanto abren las puertas, comienza una maratón por llegar arriba entre los 400 primeros (la media de visitantes es de 2000 al día) para poder tener el sello que permite la subida al monte Wayna Picchu (es el monte que aparece en todas las fotos).

Nos encontramos entre los 150 primeros por lo que hemos tenido mucha suerte.

Que decir de la primera impresión del Machu. Lo hemos visto miles de veces en fotos, documentales, etc… pero como siempre, verlo con tus propios ojos no tiene comparación posible.

Es increíble el emplazamiento de esta ciudad Inca, rodeada de altas montañas y densa vegetación.

Amanecer con niebla en el Machu Picchu

Amanecer con niebla en el Machu Picchu

Ascenso al Wayna Picchu

El ascenso al Wayna Picchu ha sido menos duro de lo esperado y nos ha permitido disfrutar de una vista panorámica de todo el Machu Picchu.

Realmente ha merecido la pena el esfuerzo de madrugar correr y ascender esta montaña.

Sentados en el Wayna Picchu con el Machu Picchu a nuestros pies

vaya vista de Machu Picchu!

La última hora, nos hemos quedado sentados en silencio, contemplando esta maravilla e imaginándonos como sería la vida en esta ciudad.

Con mucha pena ha llegado la hora de irnos y volver a caminar hacia Aguas Calientes para tomar el tren de regreso a la ciudad de Cuzco.

Llama mirando a la ciudad de Machu Picchu en Perú

Llama mirando a la ciudad de Machu Picchu en Perú

vistas de Machu Picchu

¿Por qué ábandonaron los Incas la ciudad de Machu Picchu?

En la época en la que los españoles comenzaron la conquista, hubo un guerrero inca llamado Manco Inca que se rebeló duramente.

Este guerrero se enteró que los españoles irían a Machu Picchu, por lo que avisó a sus habitantes de que serían atacados y que debían abandonar la ciudad. La abandonaron y los españoles nunca la encontraron, por lo que cayó en el olvido.

No fue hasta inicios del Siglo XX, cuando Hiram Bingham, profesor norteamericano interesado en la cultura inka y sus caminos, parte de Cuzco atravesando el Valle Sagrado de los Inkas llegando a Mandorpampa donde un campesino llamado Melchor Arteaga, a cambio de 1 sol, les indica el camino a unas “ruinas”.

Después de una dura caminata, Hiram Bingham se encontró a dos familias campesinas viviendo en lo que hoy se conoce como Machu Picchu.